Ya hemos explicado la relación entre el cambio climático y este tipo de fenómenos y evidenciado que una borrasca como Filomena no es ninguna señal de que vayamos mejor ante el grave problema del calentamiento global. Así que, para nada el cambio climático se ha mitigado.

Los últimos 6 años han sido los más cálidos jamás registrados a nivel global y a pesar de la reducción de las emisiones, debido a los confinamientos para combatir el coronavirus, la concentración de CO2 ha seguido creciendo en la atmósfera alcanzando también un nuevo récord. La temperatura media de la superficie del planeta en 2020 ha sido 1,25 ºC más alta que en el período preindustrial (1850-1900), acercándose peligrosamente al objetivo que se pusieron los Estados de no superar 1,5 ºC la temperatura global para evitar los peores impactos.

Una vez tenemos esto claro, si para algo nos debe servir una borrasca como Filomena es para ser conscientes de la gravedad a la que nos enfrentamos: el actual destrozo de los campos, la agricultura y los viñedos; las muertes del ganado, la falta de comida en las ciudades, … serán cada vez más recurrentes debido a las futuras altas temperaturas, sequías, olas de calor, incendios, temporales adversos y subidas del nivel del mar del cambio climático.

Filomena nos ha mostrado lo vulnerables que somos como sociedad ante fenómenos adversos.

En muchos puntos del Estado se ha sembrado el caos más absoluto y Filomena nos ha dejado imágenes propias de una película sobre el colapso: Carreteras cortadas, trenes y autobuses suspendidos, árboles caídos, cortes de luz y de agua, fallos en las telecomunicaciones, déficit en los suministros de alimentos, caídas de tejados junto con otros daños en edificios y comercios… Todavía está pendiente de hacerse una evaluación detallada de los daños materiales que ha causado Filomena, pero todo indica a que no van a ser pequeños y tanto su gestión como su reparación sumarán varios millones de euros.

Y por delante quedan los impactos en nuestra salud ante la imposibilidad de llegar a centros hospitalarios, las miles de fracturas de huesos por caídas en las calles, las personas atrapadas e incluso las vidas que ya se ha cobrado el temporal.

Filomena tiene que ser la palanca que necesitamos para que entre toda la ciudadanía presionemos al Gobierno y a todos los grupos políticos para que impulsen y aprueben una ley a la altura de poder frenar el cambio climático al que nos enfrentamos.

Artículo cedido por Greenpeace.